martes

Otros tiempos. De la construcción de la identidad gracias a "el otro".

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En el comentario sobrecogedor que ofrecía en 1982 sobre el destino de una idiota del siglo IV, tal como se narra en la Historia lausiaca, Michel de Certau supo reflejar en sustancia la estructura de esa cara nocturna de nuestra humanidad.

En aquel tiempo, refiere la hagiografía, vivía en un monasterio una joven virgen que fingía estar loca. Los demás le tomaron asco y la relegaron a la cocina. Entonces ella, tocada con un trapo, empezó a prestar todo tipo de servicios, comiendo migajas y mondaduras sin quejarse, aunque la molieran a palos, la insultaran o la maldijeran. Avisado por un ángel, un hombre santo se dirigió al monasterio y pidió conocer a todas las mujeres, incluida la que llamaban "la esponja". Cuando le fue presentada, se postró a sus pies implorando su bendición delante de las demás mujeres, que quedaron convencidas de su santidad. Sin embargo, incapaz de soportar la admiración de sus hermanas, "la esponja" dejó el monasterio y desapareció para siempre.

"Tenemos a una mujer [...]", escribe Michel de Cer. "Para su sustento le basta con ser ese punto de abyección, la nada que repele. Es lo que prefiere: ser la esponja [...]. Asume las más humildes funciones del cuerpo y se pierde en lo insostenible, por debajo de todo lenguaje. No obstante, ese desecho repugnante, permite a las demás mujeres las comidas compartidas, la identidad en los signos indumentarios y corporales predilectos, la comunicación de las palabras; la excluida hace posible toda una circulación.

Fragmento de Roudinesco, Élisabeth. Nuestro lado oscuro. Una historia de los perversos. Anagrama, Barcelona, 2009, pp. 19-20.

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